miércoles, 5 de octubre de 2011

DÍAS RAROS

Leo un libro
que me sabe a poco,
la verdad.
Tiene orificios
que dejan escapar el frío;
como una tarde de otoño,
de esas que avecinan invierno.
Me deleito en el humo,
en el rostro
de una chica
que me viene a la memoria.
Saco una cerveza
bien fría,
enciendo la tele,
comedia romántica.
Joven periodista
y abogado adinerado,
llueve,
salen de un restaurante,
un coche los recoge.
Me detengo.
Recuerdo el libro,
su lectura como un cuchillo
cortando el aire que respiro.
El chófer,
la pieza que faltaba,
era eso,
había perdido el ritmo
de la narración;
el chófer
era la clave.
Vuelvo al género negro.
Es tan fácil distraerse
con el humo
y el rostro de una chica hermosa.

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