A veces el suelo tiembla bajo los pies,
se dilata el tiempo,
la electricidad dinamita los sentidos
y las palabras buscan espejos,
el reflejo de una realidad que se
desborda
en las ventanas,
esas que esconden vidas
ajenas, descubiertas, soñadas.
En la costa
suena la bocina de un transbordador,
el mar ruge.