lunes, 7 de marzo de 2011

ELEGÍA

Llegan hasta aquí
con el canto tenue de una plegaria,
con las voces encendidas por la ira,
con la extraña virtud del olvido.

Duermen derrotados sobre la hierba
y Walt Whitman aparece en sus sueños,
les recuerda que los bosques son de oro,
que la ciudad tiene antenas de miseria,
receptores que atesoran el miedo en nuestras cabezas.

El amor se esconde de la visión clara,
permanece a la espalda, como una amenaza,
eso dicen hoy en todos los medios.
Sea cierto o no,
acaba dentro de sus palabras,
lo repiten como un estallido,
como un tsunami que nos trae de golpe
toda el agua del mar.

Entonces
arañan de contaminación nuestros recuerdos,
deshojan las flores que nacen
entre las nudosas raíces de los árboles,
nos hacen olvidar los cuentos
de un tiempo que no nos pertenece,
que no tiene cabida en este ahora,
donde solo nos queda realidad,
esta amarga realidad que nos delata.

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