Dice que la lluvia es pesada,
como su cuerpo mojado de los viernes.
Estira los brazos y las manos,
casi buscando la manzana de un árbol.
Muerde,
mordisco a mordisco,
la piel y el corazón.
Por las mañanas
el frío le hiela las pestañas,
los labios ateridos,
mientras cuenta
historias de batallas ganadas,
feliz la mirada.
ya, pero no hay árbol.
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