Vienen de todas partes,
caen por su propio peso,
me rodean,
me tienen hasta los huevos,
insulto gratuito.
Tiro la primera piedra,
canta el gallo con su canto galaico
y los versos tienen aroma de fragilidad;
como las flechas que lanzan Carol y Lucinda,
esas que rompen cristales de vaho.
Siempre digo:
sobran sociedades actuales fumigadas por el artificio;
tú me tomas por loco,
y a pesar de todo sigo leyendo tus diarios.
Importa poco si lloras o lames los cuchillos,
aquí el cielo no es negro ahora y después azul,
ni todo es rojo en tus labios hechizados.
Tienes el carisma de los ganadores,
pero poco importa cuando la velocidad aumenta,
y tu pelo pierde el contacto con tu cuello,
y tus manos se topan con la resistencia de mi cuerpo.
Poco importa y nada queda de la cerveza fría en la nevera.
Poco importa y todo sobra.
Son tus tabúes los que frenan el rodaje de los días.
Son los dardos impasibles.
Siempre espero.
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